lunes, 5 de marzo de 2012

FILOSOFANDO



A menudo a la gente que le gusta "filosofar" o hablar de filosofía o filosóficamente se le hacen una serie de elogios; veamos algunos:

1. Afirmar de alguien que es “un filósofo socrático” se puede interpretar, no sin cierta malevolencia, como equivalente a que el elogiado no ha escrito prácticamente nada,

2. Señalar que “ha dedicado toda su vida a la universidad” admite sin gran esfuerzo la traducción libre de que el personaje en cuestión se las ha apañado para no dejar en ningún momento de ocupar algún carguito en el organigrama universitario,

3. Enfatizar que “se ha negado a hacer concesiones fáciles” casi siempre es una forma maquillada de decir que sus textos resultan de muy difícil inteligibilidad; o, en fin (por terminar en algún sitio),

4. Resaltar (por lo general con tono solemne y voz engolada) que un pensador determinado “posee un sólido conocimiento de los clásicos” a menudo de lo que de veras está informando es de que el susodicho está decididamente al margen de los debates más actuales y urgentes.

5. “En realidad es un poeta” (o sea, no es un genuino filósofo).

6. “Es una pena que se haya metido en política” (de hecho, siempre utilizó el pensamiento como palanca para alcanzar el poder).

7. “Donde de verdad luce es en sus conferencias” (no nos engañemos, lo suyo es una pirotecnia insustancial pero muy efectista, propia de un encantador de serpientes sin mayor fundamento teórico).

8. “Su mejor libro es el primero” (esto es, desde entonces no ha hecho otra cosa que repetirse).

9. “A mí donde más me gusta es en sus artículos periodísticos” (… porque los libros que ha escrito -la prueba del algodón para comprobar el talento del auténtico filósofo- carecen del menor interés).

10. “Sin duda es un tipo muy listo” (de hecho, ha salido a flote por su principio de realidad -i. e., por su capacidad de adaptación al medio- pero no por sus méritos propiamente filosóficos).

11. “Es muy trabajador: no para de hacer cosas” (en definitiva, sustituye la calidad por la agitación pública permanente del propio nombre)… Y así sucesivamente.

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