domingo, 11 de marzo de 2012

EL AURA



La palabra Aura, que en griego significa "brisa" y en latín "emanación", ha sido utilizada desde tiempos inmemorables para referirse a una aureola luminosa y policroma que rodea no sólo al ser humano, sino también a animales y plantas.

Podemos definir al Aura como un campo lumínico electromagnético que envuelve a todos los seres vivos, y que se ve influenciada directamente por el estado físico, mental y emocional de cada individuo. En ella, se refleja la personalidad y las situaciones que experimentan las personas. Se presenta como un halo de luz de colores que emana del cuerpo sin límites definidos.

De acuerdo con las diferentes culturas al aura se le conoce con nombres distintos: Prana, Helam, Aura, Halo, y mas recientemente; Bioplasma o Bioenergia. Históricamente la fuente de energia que brotaba de manos o cabezas de personajes divinos, místicos y sanadores se ha representado en las pinturas y grabados como un círculo luminoso alrededor de la cabeza y manos. En todas las culturas, el ser humano parece haber sido consciente de la existencia del Aura. En la prehistoria realizaban grabados de figuras rodeadas de una especie de halo, los jefes indios americanos y chamanes simbolizan el aura en sus tocados de plumas, los faraones egipcios en sus tiaras, también se puede apreciar en las representaciones religiosas sobre las cabezas de ángeles, santos, vírgenes e incluso en el propio Jesús.

La creencia general es que existe una energía cósmica que activa e impregna todo el universo; para los chinos sería el chi, huaca para los incas, prana para los hindúes y ruasch para los hebreos. Durante siglos, médicos y filósofos como Galeno y Paracelso, señalaron la existencia de una sustancia luminosa que impregna el universo y cuyo desequilibrio podría dar origen a numerosas alteraciones. Más tarde, a partir del siglo XVII, cualquier intento de demostrar esta teoría sería ridiculizado o destruido, y no sería hasta principios del siglo XX con el descubrimiento de la fotografía Schlieren y más tarde en 1939 con la fotografía Kirlian, cuando pudo demostrarse que, en efecto, tal y como aseguran las numerosas tradiciones, los organismo vivos poseen un campo electromagnético que irradia una luminiscencia imperceptible a simple vista y que varía dependiendo de nuestro estado físico y emocional

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